La psoriasis es una afección inflamatoria crónica que afecta la piel y puede provocar placas rojas, escamosas y, en ocasiones, dolorosas. No es contagiosa, pero su impacto va más allá de lo visible: transforma el ritmo de la piel, acelera su renovación celular y deja brotes que pueden aparecer en zonas como el cuero cabelludo, los codos, las rodillas, la espalda o el rostro.
Por otro lado, hay tratamientos que pueden ayudarte a controlar los brotes de psoriasis, aliviar el picor y prolongar los periodos de calma, como:
- Cremas corporales con ingredientes como urea, vitamina D o retinoides.
- Fototerapia con luz UV controlada para reducir la inflamación.
- Tratamientos sistémicos como inmunosupresores o terapias biológicas.
- Rutinas complementarias que hidratan, alivian el picor y respetan la sensibilidad de la piel.
Eso sí, antes de iniciar cualquier rutina o aplicar productos, lo esencial es entender lo que tu piel realmente necesita. Cada brote tiene su historia, cada piel su sensibilidad, y solo un especialista puede ayudarte a descifrarla con precisión. Recuerda, consultar con un profesional es el primer gesto de cuidado consciente. Una forma de escuchar a tu cuerpo, de reconectar con lo que te hace sentir bien y de elegir lo que realmente te acompaña.