La piel sensible es más susceptible a factores externos como el estrés, el aire reseco de la calefacción o la luz UV. Si la piel pierde su equilibrio, comenzarás a sentir tirante, te picará y se enrojecerá. Por ello, la piel sensible requiere cuidados especiales que le proporcione alivio y, al mismo tiempo, refuerce su barrera de protección natural y la ayude a ser más resistente.