Es una piel que se encuentra equilibrada al no ser ni demasiado grasa ni demasiado seca. Tiene poros finos, buena circulación sanguínea, textura aterciopelada suave y lisa, ausencia de impurezas, y no es sensible ni se irrita fácilmente.
Aun cuando la piel normal no sufre de grasa o de resequedad, es importante que se cuide con productos adecuados para evitar un desajuste que derive en exceso de grasa o en irritación, sobre todo porque con el paso de los años la piel normal dejará de tener la hidratación adecuada y perderá elasticidad como resultado del envejecimiento natural. Así pues, las pieles normales también necesitan hidratación y protección. Define a continuación tu rutina de cuidado personal.